26 sept 2007

Ana



G.I.T. - ANA

En el 2002, me encontraba intentando descubrir el modo de traer a Abuela Coca, una banda de rock latino del Uruguay a la argentina. Sin un peso, en plena crisis, una locura. Así que me tobama la Cacciola, una lancha de mala muerte, pero que cumplía un rol importantísimo en nuestras vidas, y venía a Buenos Aires. No conocía a mucha gente así que paraba encasa de los pocos amigos que tenía. Uno de ellos era el Mendieta.

Un día llego muy temprano al puerto del Tigre y luego de esperar a que el reloj marcara una hora prudencial, lo llamo al Mendieta y nada... intento hacer las cosas que debía, con una mochila enorme a cuestas. Voy al cyber, cabinas telefónicas, reuniones en barcitos, etc.. etc.. y por la noche me voy directamente a su departamento. Mendieta estaba ahí.. solo, cocinando algo, viendo unos VHS, y fumando una hierba de la gran concha de la lora. Yo en realidad, pasaba unas horas en Buenos Aires, y seguía rumbo a Córdoba.

Chala de por medio y alguna comidita muy rica, suena el portero eléctrico y el Mendi contesta con su ingenio prêt-a-portêt e invita a subir a dos damicelas.

"No sabés... estamos re locas". Hermosas las dos y con una bolsa llena de pastillas de anfetaminas. "¿Querés?" Mendieta dice que con decoro. Yo me divierto y rechazo la oferta. Las muchachas eran Katrina y Rita, dos huracanes anfetaminizados. Hablaban... tocaban todo, crispando al Mendieta. En una de esas, descubren una ventanita que da al vacío del octavo piso en el que estábamos y una le dice a la otra... "che... agarrame de las patas y colgame boca abajo de la ventana"...

yo no terminé de entender exactamente que era lo que le estaba pidiendo cuando veo que Rita estaba colgada boca abajo gritando "Uhhhh que copado.... subime que ahora te toca a vos". Luego de que Katrina trajera a salvo a la otra y antes de que saliera por la ventana... aproveché para borrar mis huellas digitales de la mesa y me despedí espantado por el vértigo y la locura ajena.

Cosas que pasan en lo del Mendieta.

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