28 ago 2007

The Wall


Roger Waters, The Wall Live in Berlin.

21 de Julio de 1990, Villa Azalais, Córdoba.

La Cuestión tenía una peluquería instalada en el garaje de la casa de su madre. Una silla de peluquería de plástico, un par de espejos, un sofá, algunas revistas, unas plantas y unas repisas llenas de productos y cremas. No había posters de modelos. Después que la Cuestión cerraba la peluquería, nos juntábamos ahí con el Patita y el Negro Nani a fumar porros y a escuchar a la Cuestión que nos contaba historias de malandras, ladrones y drogones. Escuchábamos la Fm. "El porro te pide cerveza, mientras que la merca te pide champaña" rezaba la Cuestión mientras tomaba cerveza del pico. Luego limpiaba el rouge de la botella y nos la pasaba. A veces venía He-Man. Llegaba con lo ojos inyectados en sangre: era soldador de altura y muchas veces trabajaba sin protección. Esas veces venía destruido. Fumaba y tomaba cervezas en silencio. La Cuestión lo cuidaba como a un guerrero herido y evitaba el tono burlón cuando hablaba con el. Nunca supe si La Cuestión y He-Man eran algo, pero de seguro había lo que los brasileros llaman "teção".

Esa noche, La Cuestión nos había invitado a ver en vivo "The Wall Live in Berlin", el mega concierto de Roger Waters. Gran expectativa. Estábamos todos y algunos más. Yo había fumado y tomado demasiado. El recital se transmitía en vivo por la tele y una FM. Habían colocado la radio frente al televisor para oír el esterero. El recital era increíble y me absorbió. No veía a nadie. Solo el show. En un momento entró la madre de La Cuestión y le dijo "Jorge, mi vida, podés bajar el volumen?" a lo que siguió una breve discusión. A medida que progresaba el show, se iba armando la pared con ladrillos gigantes. Yo estaba extasiado. En un momento, la pared estaba casi lista, Roger Waters cantaba en el último agujero que quedaba. "Good bye, good bye... good bye". Y cerraron la pared.

Ese momento me agobió tanto que le pedí al Negro Nani me acompañe a dar una vuelta y a tomar aire porque no me sentía nada bien. Tenía la angustia de la colimba, de la nada que me tocaba, de la sordidez cálida del entorno en lo de la Cuestión, de la tensión veinteañera doblegada, una bronca por todo y la soledad de un monstruo. Y el Nani diciéndome..."Uh... que loco que estás, a mi el porro ni me hizo nada. Me gustaría estar como vos".

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